30.1.09

En proceso:

Poesía

Nerviosismo de B
B de Bourgeoise
¿Qué es una mano?


Narrativa

Post hoc
Máscaras. Intento fallido
Lado B

Creación reciente:

Poesía

Homenaje a Cabaret Voltaire (7 poemas)
Delinenando el citoplasma de la posibilidad
Archifonema P
B y otro
Memoria de B
Heroína en diez partes
Preguntas frecuentes
Vacuidad de P
Abc´s
Antivocal
Pregunta cuadrada

Narrativa

Del interminable ritual de ponerse a escribir
Plan B
Ligera utopía del baño

16.1.09

Edgar Allan Poe at 200

William S. Niederkorn, courtesy of the Berg Collection, New York Public Library
Published:
20090116 , New York Times
To celebrate the second centenary of the birth of Edgar Allan Poe,
is a tour of Poe manuscripts and works published in his lifetime from
the New York Public Library’s collection.

13.1.09

Relatividad de B

I
el silencio
se emplaza en el vacío
en el desierto
en los recuerdos fallecidos
que aparecen
como fantasmas
como hologramas sabios

en la palma de mi mano

-pesan-crecen-


II
su -fijo-
evidencia orgánica y retráctil que
fosforece en un punto de tus ojos


III
descarnada
te dilatas
en el retrete constante
en el permanente -eterno-
blanco de la almohada

IV
así peregrinas -eón- relativamente
rodando como el hilo

consumado de un sueño agrio
de un parpadeo infinito
que penetra -empapa- y deja
efervescentes mis estrías

Permeabilidad de B

de B
y ve los ojos negros-verdes que ven
el reflejo de mi boca futura y esa boca
que evoca su presente y revoca y ve
su reverso futuro en mí
y ve
y revoca la B que ve
abierta expulsando un sonido
en reversa y en B

9.1.09

About Women

About Women (video)
Produced by Erik Piepenburg
Photos by Sara Krulwich/The New York Times

Obra teatral de una cita a ciegas, la mujer, etc. (voz Gina Gionfriddo)

8.1.09

7.1.09

Duda

Mis manos intrépidas rompen
el hormigueo, el tiempo se pierde,
insistente en repeticiones, en espejismos.
Eres mancha más que vacío, muro de luz y aire,
veneno que acaricia por arriba de la boca
perpetuando mi ceguera. Nervio que castiga,
gusano que carcome. Asesina infinita de la verdad
a la que la certeza engendra y mata como un fénix suicida.
Ciclo infame, angosto, interminable de una razón
irremediablemente tuerta que me llena y me ilumina.

2.1.09

Máscaras: intento fallido

Fragmento

Después de fracasar en el intento de escribir un texto que sería como una especie de instructivo de cómo se debe usar una máscara, o mejor dicho las diferentes situaciones en las que una máscara es el objeto principal y cómo es que en cada situación se coloca, además de recomendaciones para la óptima utilización, decidí recomenzar y leer un artículo sobre máscaras en la historia y los diferentes tipos. En ese artículo había fotografías e imágenes de una veneciana, una griega, una romana, una japonesa y una mexicana que adornaban el texto con plumas, colores, piedras preciosas, bronce, madera, yeso, tela y plástico. Cuando terminé de leerlo regresé a las primeras líneas como es mi costumbre para releer los orígenes de la palabra, que por lo regular se encuentran siempre arriba en el tope de la enciclopedia, “La palabra «máscara» tiene origen en el masque francés o maschera en italiano o másquera del español. Los posibles antepasados en latín (no clásico) son mascus, masca = «fantasma», y el maskharah árabe = «bufón», «hombre con una máscara».” y con la esperanza rebuscada de que algún día estos repasos me sirvan a la hora de escribir. Releí el contenido en forma de índice y con la cabeza recostada en la palma de mi mano, que más que cargar mi cabeza cargaba la insípida gana de escribir por obligación y cumplir con las horas impuestas por mí misma un año atrás, esperando a que el café regara su aroma alrededor de mi mesa, quizás a que las manzanas que coloqué para adornar cobraran vida y al menos me revelaran algún secreto del cual poder escribir sin sonar infantil o demasiado fantástica, a que mi estómago se vaciara o al menos que el sueño me entrara y consumiera las diez tazas de café que aproximadamente hubiera tomado durante el día, también repasé la fotografía de la veneciana.

Ya antes había buscado fotografías de gente con máscara para ilustrar un dossier que debía entregar en la universidad y que contenía cinco o seis, o quizás siete textos narrativos que la falsedad unió bajo su pecho y que sobre ellos se impuso como eje temático y que nombré Falso. La imágen de portada me dió la idea y tras buscar en ellos algún indicio de falsedad, decidí que cumplían con y se ajustaban a la frase Nada es lo que parece o tal vez con Las apariencias engañan, o quizás con el refrán El león no es como lo pintan, (ya no sé) y les puse ese nombre. Las fotografías que encontré me agradaron tanto que las guardé en un folder privado, (que al final no utilizé para el dossier) y las volví a sacar con la esperanza de encontrar en ellas los datos que enriquecieran mi instructivo o al menos me procuraran el inicio de uno nuevo.

En la primera había cuatro niños y dos niñas nazis que reunidos intentaban conversar y entenderse trás sus máscaras antigás, en blanco y negro. La segunda era una fotografía que mostraba el interior de una tienda de disfraces donde, como atracción principal tenían antifaces de varios personajes famosos, entre los que llamaron mi atención, David Bowie en su etapa galáctica, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe, Elvis Presley, Indiana Jones y una mujer con cabello rosa claro y unos lentes negros que parecían pestañas de gato con diamantes alrededor (o quizás un hombre) y esa mujer que aparece en los viejos afiches mexicanos que vestida con traje típico carga sobre su cabeza una canasta con frutas. La tercera era de un tumulto de gente que vestían una especie de impermeable anaranjado y que se cubrían el rostro con máscaras blancas de porcelana pulcra, sin adornos. En la cuarta, una mujer joven ocultaba toda su cabeza bajo la cabeza de un borrego que sonreía y miraba hacia el cielo con ojos de buena, excelente máscara que interprenta perfectamente su papel. Había otra fotografía de una mujer rubia que fue tomada en el preciso momento en que sentada en la bañera se quitaba un conejo color arena de la cara y apenas se veían sus labios rojos intensamente provocativos y la mitad de su ojo derecho. Una persona de espaldas con una máscara de zorro café en medio de un bosque. Una niña con máscara de zebra y bufanda monocromática que alzaba sus dedos hippies. Muchos antifaces negros, de gato y conejo.

Las miré por varios minutos, de nuevo mi cabeza sobre la palma izquierda mientras con el índice de la mano derecha apretaba el botón de siguiente. El meñique que quedaba con la punta justo debajo de mi ojo izquierdo, en la ojera, comenzó a desesperarse y sigilozamente empezó a delinear, a delinear, a delinear la orilla inferior del ojo. Separé la mano del teclado y la otra de mi cara y asomé la cabeza en la taza de café que se había ido vaciando sin avisar, tan silenciosamente que tuve que meter toda la cabeza dentro para relamer el fondo frío y apenas mojar mi lengua aburrida con un surco tenue que era ya más sólo una mancha con la orilla seca y oscura que un verdadero resto de café. Cuando regresé a la pantalla, miré hacia la esquina inferior derecha, eran ya las 2:42 a.m. Y ni el sueño, ni las ideas geniales habían hecho acto de presencia en mi desesperada y terca cabeza, así que decidí seguir el camino que hasta entonces había tratado de esquivar para salir de mis propios parámetros y rutinas y asegurarme, o demostrarme que hay otras rutas disponibles que llevan a la producción exitosa, al happy ending y comencé a escribir diarreicamente sobre la hoja. Pero el destino, o la suerte, o la Providencia del señor Donatien Alphonse François, o la ruborizada divinidad de Antares, o la Santísima Trinidad habían decidido que sólo un adefecio, engendro y deforme párrafo inútil naciera de mí en aquella ocasión:

Equis formas de usar una máscara

Capucha de ladrón

Apenas se dan cinco pasos después de cruzar la esquina, se deben sacar de los bolsillos, sin dejar de caminar con las piernas firmes y de cadencia segura, el par de medias que marcan un pequeño bulto en la tela del pantalón, pequeño por la delgadez del material con que están hechas. Estas medias deben ser de preferencia nuevas o haberse usado máximo dos veces para que cualquier pelusa o mancha que intente interferir en la vista del que las porta no sea obstáculo a la hora del ataque y este no falle o cometa errores fatales. Aunque se lleve prisa, se debe cuidar que ninguna de las dos medias caiga. Es necesario usar dos y no una, ya que por la transparencia que es adecuada para no perderse detalles y poder ocultar el rostro, alguno de los participantes o víctimas podría indentificar a aquel que procura esconderse torpemente detrás de un trozo de media marrón claro. Si alguna cae por culpa del nerviosismo o del rápido movimiento de las manos, será indispensable que se detenga un instante y recoga el objeto que ha quedado tras de si, intentando con todo su cuerpo que nadie note la naturaleza de aquel objeto que podría delatarlo aún antes de cometer el atraco. No es recomendable que se esconda el par de medias en alguna bolsa oscura para evitar que se le descubra si por el temblor del cuerpo estas caen antes de llegar a la puerta, pues si el caminar es consistente como se sugiere, el nudo que mantiene la bolsa cerrada será sólo un obstáculo al intentar sacarlas para colocarlas sobre la cabeza. Antes de salir de casa se deben poner sobre la cama y extendidas una dentro de la otra se enrollarán comenzando por la parte cerrada donde los dedos de los pies chocan, terminando por la parte abierta y de la misma manera meterlos a los bolsillo, para que al sacarlas estas se desenrollen automaticamente. Cuando esté lo suficientemente lejos de la puerta como para no ser reconocido, pero lo suficientemente cerca como para no caminar un largo tramo con las medias puestas, introduzca la mano derecha en la bolsa, jale las medias y estírelas un poco con las dos manos, meta una mano completa dentro y con el pulgar de la otra estírelas hasta que las dos manos queden dentro del elástico y entonces coloquela sobre la nuca, allí manténgala usando esa parte del cuerpo como soporte para que al jalarlas lleguen hasta la frente y entonces, tomándolas por la orilla, jálelas hacia abajo hasta cubrir todo el rostro. Se sugiere llevar pelo corto para que al momento de meter la cabeza en las medias los cabellos no cubran los ojos y no se pierda tiempo en acomodarlos o simplemente ponérselas con cuidado antes de salir de casa e ir hasta su destino en auto para no tener que pensar en la posibilidad de perderlas o de ser atrapado por caminar un largo tramo con ellas sobre la cabeza antes de llegar a la puerta.

En la parte superior del texto había escrito un pequeño esquema de lo que incluiría en el instructivo. Hablaría sobre máscaras de luchador, sobre máscaras antigás, pañuelos para cubrir la nariz y la boca a la hora de barrer, caretas de esgrima, máscaras para el día de Halloween, Schandenmaske, máscara viva y máscara de la muerte, antifaces, risa fingida y cualquier manisfestación que cumpliera o hiciera el trabajo de una máscara. Sin embargo todo me pareció demasiado vanal, inútil, superficial y después de cerrar el archivo lo borré sin piedad. Me quedé pensando tan sólo un momento, unos segundos en que máscara más adornada es la literatura y luego, instintivamente, me fui a dormir, deseando continuar el día siguiente hasta juntar cien enmascaradas, falsas y doblemente quejumbrosas (fallidas) páginas.

Era un muchacho de Rosie music con chaleco y pantalones de un color que se parecía al contenido de mi taza, que había llenado con una pizca de café y tres cuartos de agua. Con una camisa blanca debajo, agustada y de manga larga, el cabello corto y negro, parado de frente pero con la cara mirando hacia un costado y con una máscara de un animal que desconozco pero que parecía ser familiar de los patos, los pájaros o cualquier animal con pico.

Triztán Voyeur

Fragmento

Con el ojo delineo tu herida, tu herida y el hueco con el dedo. El pestañeo acaricia disimulando el rasguño y la cosquilla adormece tu carne que es más mi carne que la tuya y que se mete en la pupila abarcándola toda, y llenándola de espuma negra y elevándola y matándola y así todo pasando en dos partes. En que te conozco y desconozco, en que te abres y te cierras, en que te haces doble o una sin conciencia. Me basta guardarlo todo dentro del párpado para sacarlo en fragmentos después de verte y guardarlo luego en los bolsillos para leerlo por debajo de las sombras. Espero para delinearte y predecirte con la barbilla pegada al marco. Espero, observo, acaricio quitándote de la ropa. La cámara resiste y no parpadea y te muerde y te arranca la blusa. La luz te abraza por la espalda, te desnudas desmoronando tus medias infantiles. Comienzas, te alargas, como todo y el ardor de tu boca despistada que me penetra todo y la mirada y todo...

Poetas limosneros

ya son doradas
las costillas del apóstata
es la risa
un poeta buscando restos

yo
formar
un
poema
con
deshechos

no es lo mismo
llamarle happening
que búsqueda
con propósito definido

el anterior
es payaso de carpa gitana
y el ulterior
de Ringling Brothers Circus

al final de los tiempos
al final de las copulaciones
poéticas
los gemelos terminan siendo
pepenadores no artistas del collage

sin más ni más
sin menos ni menos:

limosneros

-una palabrita para este pobre poeta
-una palabrita para completar este poema

Poema rascahuele

De verdad
rasque aquí:

Poema anal

primero la mano en el resorte
zigzagueando la línea
palpita el esfínter la espera
rompe a salivazos la tensión
abre con tres dedos el ojo de látex -el tercer ojo-
multiplica
cloaca que clausura toda clase de calma
clamando clavo calvo y caldoso
clérigo en clímax pideclemencia
calambres calientes y mal olientes
perro-cal a punto de reventar
ciempiés desgarra garrafón
pegajoso secreto
es un ruido silencioso
que salpica la puzante salida
manzana peluda que en el vacío se desinfla

Poema vaginal

el péndulo en la canica

baba babieca de la babosa

la aguja cose rápido la puerta

jadeantes los labios ven otros labios

pez lúgubre lúbrico lubricado y lubrificante

naturaleza deforme

aquí

aquí

un nonato erecto en reversa versa a la inversa

Poema oral

no se habla con la boca llena
de sangre blanca
tan llena

Una parafilia familiar

Fragmento

La máquina está inmovil. Lleva dos horas con los dedos sobre las teclas pero los pensamientos están clavados en un sólo recuerdo. La hoja no avanza, hay dos lineas de tinta uniforme pintadas sobre el papel y sus lentes resbalan despacio desde el tabique hasta la punta. La camisa tiene un óvalo de sudor en la espalda y un pedazo de tela pegado por la humedad en la piel. Los pelos que salen de enfrente tienen pequeñas gotas en la punta que resplandecen con el brillo del líquido salobre y otras tres esferas se derraman desde la frente hasta el cuello. Gabriel está inerte, con los ojos fijos en el papel y las manos ansiosas por seguir. La vista se pierde en el blanco, la mirada penetra la hoja y la conciencia se pierde. Unos golpes en la puerta lo despiertan, pasa la manga sobre la frente y las gotas quedan embarradas en la camisa. Llega hasta la puerta y toma la manija, esta se abre y entra un hombre viejo, aparenta un poco más de cincuenta años. Tiene algunos mechones de cabello gris, algunas marcas y cicatrices en la cara y en las manos. Su ropa esta muy sucia, desgastada y sus ojos parecen dos cuchillos que acribillan el cuerpo de Gabriel. Quiere gritar pero la fatiga que causa el pensar demasiado no se lo permite, prefiere que el extraño comience la interacción.

-Soy Donatien Alphonse François.

-Gabriel García Márquez, mucho gusto.

El extraño no pone atención a las palabras de Gabriel y comienza a buscar algo dentro del cuarto. Busca en los cajones y en el piso. Se acerca al escritorio y ve a un lado de la máquina un montón de libros. Los agarra y los mancha con sus manos negras de suciedad, los hojea.

-Aquí está todo- Le dice a Gabriel.

-¿Qué es todo?

-Para tu libro. Para esta hoja vacía que no te atreves a llenar. Todo está aquí -dice mientras le arranca las hojas a los libros y las avienta por el aire.

-¿Qué haces? deja eso. ¿Qué haces aqui? ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Qué te sucede? Estás loco. ¿Qué quieres? Vete de aquí y deja mis libros.

-Soy Donatien Alphonse François.

-Si eso ya me lo habías dicho, pero ya mejor vete, tengo que seguir escribiendo.

-De Sade...
Continúa en publicación próxima.

Alicia en el país...

Fragmento

- Me voy, me voy, me voy...

Su cabello rubio volaba rozando las paredes mientras caía, dejándo en el trayecto huellas apenas reconocibles de humedad y un hilo largo y elástico que se estiraba hasta su entrepierna, saliendo por debajo de la falda y deteniéndola o dejándola suspendida en el aire mientras resistía aferrado a la orilla del pozo hasta que el peso de Alicia lo hacía desprenderse y caer junto con ella. La incertidumbre que figura como personificación del vacío o más especifico de caer al vacío, producía en ella una vibración y una especie de cosquilleo que era más un tipo de ansia comenzando en el cuero cabelludo, recorriéndola toda hasta que las piernas por impulso se ponían duras.

La impotencia que sentía al no poder penetrar la afligía, causaba en ella una angustia insoportable pero familiar, más que común, una ofuscación que caía gota a gota hasta inundarlo todo. Aquello que nunca lograba alcanzar (parecía tener tanta prisa que apenas dejaba huella en forma de espasmo) estaba por fin visible...

Ball gag

Fragmento
El aire se acumula entre la lengua y los dientes, sale como brisa de rabia por las rendijas, por los agujeros que con trabajo se exhiben entre la pelota y las comisuras. Tres hilos de saliva humedecen la alfombra, la boca se llena y el líquido se escabulle, se alarga hasta que el movimiento lo impulsa y lo avienta sobre la piel y el suelo convertido en hebras pendulares. La espalda encorvada posiciona la cabeza a dos palmos del piso y las rodillas tensas surgen como el paisaje que reafirma la materialidad del suceso y que cubiertas de una veracidad que en otra situación no hubieran tenido, se exhiben como evidencia subjetiva, se reacomodan desanimadas unos centímetros adelante intentando que las marcas que han quedado en la piel por el peso que las presiona sobre las hebras de la alfombra se alivien durante la suspensión y luego vuelvan a marcarse en otro fragmento al reacomodarlas. Los brazos cubren la espalda formando un triángulo impreciso cuya punta está configurada por dos muñecas y dos manos, y que hinchadas, rozan el origen de sus nalgas desnudas. Los párpados cargan en su silencioso y flemático artilugio la escencia de la espera y el placer apagado.

Emma caminaba por la calle Solana pensando en una misma frase. Se le había pegado desde que saliendo del trabajo escuchó a dos hombres hablar y pronunciarla. Pensaba en las otras ocasiones en que repetía una misma palabra sin descansar hasta que esta se deformaba y perdía sentido mientras preparaba el desayuno o miraba simuladamente la televisión y en la razón que hace que algo así pueda y suceda. La palabra retumbaba en la conciencia, penetraba como el sonido de un segundero que impacienta y se acelera hasta estallar quedando como murmullo que recorre la garganta y sale por la boca.

-Ball gag... Ball gag... Ball gag...

Continúa en Mono Magacín (próximamente)


 
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